Con este artículo voy a tratar de aclarar algunos conceptos de este tipo de Sociedades de Inversión que tantas pasiones levanta.
¿Qué son las SICAV?
Las SICAV (Sociedades
de Inversión de Capital Variable) son ese instrumento del mal que permite a los
ricos tributar simplemente al 1%.
Una SICAV debe
cumplir siempre con los siguientes requisitos:
- El número mínimo de accionistas debe ser de 100.
- La autorización, registro y control de las SICAV está supervisado por la CNMV.
- El capital social inicial de una SICAV será de 2.400.000 € como mínimo, totalmente suscrito y desembolsado.
- La gestión de la SICAV la puede realizar la propia sociedad anónima o puede encomendarse su gestión a una sociedad gestora.
- La SICAV puede realizar operaciones con acciones propias sin tener que cumplir con los requisitos impuestos por la Ley de Sociedades Anónimas.
Hasta aquí todo es más o menos normal pero…
¿Por qué presentan tantas pegas y quejas este tipo de
Sociedades de Inversión?
La clave de la
respuesta está en su régimen fiscal.
- Las SICAV pueden tributar al 1% por los beneficios obtenidos siempre y cuando el número mínimo de accionistas sea de 100 en lugar de hacerlo al 30% o 28% en el caso del País Vasco.
- En el caso de sociedades de inversión inmobiliaria, para que se cumpla esta tributación, tienen que contar con más del 50% del activo con bienes inmuebles.
- No tienen derecho a aplicar ningún tipo de bonificación ni deducción en la cuota del impuesto de sociedades.
¿Cómo es posible que exista un vehículo que permita que los
superricos sólo paguen un 1% en concepto de impuestos?
Bueno, hay que aclarar
que las SICAV tributan al 1% sobre los beneficios que obtienen por sus
inversiones en capital mobiliario, pero cuando los partícipes de la SICAV
retiran las plusvalías que se han ido acumulando en la misma, tributan como
todo el mundo al 27%.
Para aclararnos, el 1% vendría a ser un Impuesto de
Sociedades ultrarreducido para la SICAV, pero cuando se realizan distribuciones
de capital, sus accionistas pagan lo mismo que en cualquier otra empresa tras
la reforma realizada por Elena Salgado en 2010.
Lo que ocurre con las SICAV
es que generan antipatía, por ser un instrumento para personas con cierto poder
adquisitivo. Si los ricos deben pagar más impuestos, ese es otro debate, que
daría mucho de qué hablar con opiniones para todos los gustos. Pero gracias a
las SICAV, grandes fortunas españolas como los del Pino (Ferrovial) o Amancio Ortega (Inditex)
mantuvieron el dinero en España, totalmente a la vista, después de sacar sus
empresas a Bolsa y captar miles de millones de euros.
Con este artículo no
pretendo ni mucho menos decir que las SICAV son todo ventajas, sino que existe
una extrema demagogia con ellas por parte de políticos y periodistas que las utilizan
como populismo barato.
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